miércoles, 23 de julio de 2008

Churros y Chocolate

Batman vs Hellboy

Por Remus LePerito


¿Es posible un cine sin súper héroes?

O será que este verano me está sofocando y este insomnio me hace pensar en la cartelera de hoy.


Ya vi dos veces Batman The Dark Knight, que está muy padre pero que me hazo extrañar el tratamiento de imagen y estilo de Tim Burton. Esa ciudad Gótica, oscura, con personalidad y arquitectura propia. Con Nolan no es más que una Nueva York con otro nombre. Y de esos pensamientos que vienen a la cabeza me acordé de Alex Proyas, director de The Crow y Dark City y se me ocurrió que sería el ideal para crear esa atmósfera de poca luz que exige esta oscura serie. En The Dark Knight hay mucha luz, tanta, que a veces hace cerrar los ojos.

¿A quién más extrañé? A
Jack Nicholson maquillado del Joker, papel en el que no importaría su edad dada la plasta blanca que cubriría su rostro. Me pregunto si habrá sido considerado o si ya la cifra que cobró en la primera película asustó de antemano a los ejecutivos de Warner o si de plano fue aquella mamonería de que están haciendo "otra cosa" cual si se tratase en verdad de otra cosa: Batman es Batman, ¿o, no?

Disfruté mucho la interpretación desquiciada de Heath Ledger y me hizo echarlo más de menos imaginando la cantidad de grandes actuaciones que vendrían después de esto si no hubiese dado el click final a su vida. Su interpretación es la revelación de esta película, es el sazón del Guasón... Enfrentó al fantasma de Nicholson e hizo algo cabronamente convincente, destacando así del gran reparto que llena esta cinta y llevándolo por un lado totalmente diferente e inesperado.

Más allá del mito que se ha creado alrededor de esta película: "la maldición del caballero de la noche";
Heath Ledger se suicida, Christian Bale se madrea a su mamá y hermana sintiéndose Batman; me pongo a pensar en la manera en que Christopher Nolan los dirigió, ¿qué les habrá dicho para dejarlos tan trastornados? A juzgar por sus títulos anteriores como Memento o The Prestige, podríamos hacernos un mapa de la mente torcida de este director, que de alguna manera es lo que provoca su genialidad. Ya el accidente de Morgan Freeman es simple mala pata...

La película dura mucho; eso sí. Y por eso la vi dos veces, pues la primera comenzó a darme sueño y perdí algunos instantes. Pero esa sensación se volvió a presentar la segunda vez. Muy, muy larga para ser cine de entretenimiento. Así que antes de verla por tercera vez, me tomaré un espresso bien cargado. O dos.

A los pocos días, por fin me metí a ver Hellboy 2: The Golden Army, un filme visualmente impactante, con una fotografía estupenda, buenas actuaciones, una ambientación fenomenal, lujosos efectos especiales, tratamiento de color exquisito; pero que en sí, es una mierda (aunque de buena apariencia y olor).

El cuento es el mismo, muy repetido en tantas películas sin sorpresas o giros. Pero se disfruta por la imagen misma, por el estilo del cómic traducido al cine magistralmente. Del Toro es un chingón de la imagen, sin duda, mas no es el mismo dirigiendo en Europa (El laberinto del fauno) que en Hollywood. La diferencia y peculiaridad hacia otras cintas similares radica en lo grotesco de los héroes, por ello me resulta genial el slogan mexicano: "si estos son los buenos, cómo serán los malos". Pero el malo no está tan feo, es sólo un chavo caprichoso que a huevo quiere provocar la guerra, pero adivinen quién se lo impedirá...

Lo que de plano se ve bien chafa son los engranes que mueven lo que hace que aparezca el ejército dorado y que a leguas se ven animados y hasta me recuerdan a la presentación barata hecha por Pepsi de algún cine hace unos años, no sé si de Cinemark o Cinemex.

¡Otra cosa re-cool-aid es la chela que se toma Hellboy! ¿Te imaginas a un hombrezote o a un diablo cabrón tomando cerveza light? ¡Y hasta se empeda! Si Tecate patrocinaba, seguro combinaba más con el color de su piel la tradicional lata roja. Son tantas tomas y tan obvias que le quitan un poco de atmósfera a la película.

Ah, y un detalle más: la caracterización del Hellboycito. La forma del Hellboy bebé y la del Hellboy adulto ameritarían haber hecho una estilización similar para el chavo, no simplemente dejarle la cara y cuerpo de niño pintado de rojo. Un poquitito de esfuerzo e imaginación le hubiese dado un buen toque a esa secuencia.


Y un gran acierto: la publicidad que le echan al puro cubano con una gran escena en la que don diablo se encabrona porque se lo tiran al suelo: "¡era cubano!"

En resumen, lo que le falta a Batman en imagen, lo tiene Hellboy, y lo que le falta a Hellboy en guión, lo tiene Batman. Así que lo recomendable será ver ambas, si es posible, el mismo día, para llegar a casa con una sensación de plenitud.