Colosio El
Asesinato
Valiente y convincente aunque la fórmula Oliver-Stoniana no cuadró.
Por Remus LePerito
Por fin miramos la película de Colosio: El Asesinato ante varios intentos entre el cine y la piratería, dado el boicot del que fue sujeta esta cinta: en cines duró bien poquito, cuando tuvimos tiempo de ir ya la habían quitado, por lo que en cada viaje, en cada ciudad, recorrí varios puestos piratas. Un marchante, muy honesto, me dijo que no iba a salir sino hasta después de las elecciones, que los tenían (a los piratas) amenazados. Otro, menos leal, trató de enjaretarme una versión chafilla de antaño con la portada de la actual, donde al inicio salía un Salinas obviamente pelón en una llamada telefónica muy ingenua para ser el diablo que es... ni la vi completa.
Hace una
semana volví con el pirata honesto y muy alegre me entregó la película que
tanto había buscado, ni quiso cobrármela, imagino que sabe que el pilar de su empresa
está en tratar bien a la crítica por muy crítica que esta sea.
Me impactó
mucho verla. Descubrir junto a los personajes la sangre fría de los
perpetradores del crimen político y la manera cruel en que fueron “borrando sus
huellas” acabando con cada uno de los involucrados. La mayor parte de los
mexicanos tenemos una idea en común de lo que pasó, de quién fue el autor
intelectual del crimen, es raro el que ofrece una posibilidad o tesis
diferente. Así que vemos la película de Carlos Bolado queriendo sostener
nuestras sospechas. El guión, muy bien escrito por Hugo Rodríguez y el mismo
director, logran evidenciar lo que siempre creímos. No resulta inverosímil ser
testigos del crimen que impactó y cambió la historia de México o, mejor dicho,
que no permitió cambiarla. Y nos damos cuenta de que la bala que disparó contra
sí mismo Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI a la presidencia de México,
y por ende, en ese entonces, futuro presidente, fue la imprudencia de enfrentar
y declarar con valentía a los grupos que tienen jodido a nuestro país desde ese
momento, desde antes y aún hoy. Su imprudencia de asegurar un cambio lo
enterró, le despojó de su candidatura a la mala. Fue su suicidio: aquella
comida que tiene con los grupos del poder en la que se enfrenta al hermano del
presidente, del mismo apellido que el innombrable.
Lo mejor
logrado de la película es, sin lugar a dudas, la reconstrucción del crimen en
Lomas Taurinas. Carlos Bolado recrea en escena de manera muy convincente la
manera en que Luis Donaldo Colosio fue ultimado. Demuestra que un solo
disparador no sólo era insuficiente, sino imposible. Nos hace sentir estar
presentes en el momento del disparo, entre la multitud caótica.
Fue mi mamá
quien se dio cuenta del fallo de la trama: el asesino ordena crear un equipo
secreto de investigación que tendrá más acceso que el oficial para descubrir lo
que él mismo hizo. Cuando este equipo encuentra la verdad, es ultimado. Fue el afán
de hacer la película al estilo de Oliver Stone la debilidad en que cayeron los realizadores,
al querer llevarlo como un thriller hollywoodense de investigación con
personajes ficticios, cuando podría ser mucho más fuerte siguiendo los hechos y
la frialdad de los personajes históricos. Si el encanto de seguir la misma
estructura de JFK les motivaba tanto, tendrían que haber sustentado de otra
manera a sus personajes. El Estado Asesino no requería investigar la verdad que
conocía y de la que era autor. Podrían haber creado, quizás, a algún periodista
u otro tipo de figura que investigara por alguna convicción o compromiso
distinto. Otro débil y desgastado detalle de fórmula sentimental: Verónica (Kate
del Castillo), la mujer de Andrés (José María Yázpik), el investigador
principal, resulta estar embarazada y lo descubre unos minutos antes de ser
asesinada, elemento utilizado en varios thrillers gringos, onda Se7en. Cuando una verdadera historia es tan fuerte como la que se está contando, las sub-tramitas encajadas a los personajes ficticios salen sobrando.La médula de la historia, la postura de la película, se da con la participación de Fernando Gutiérrez Barrios, a quien denominan como Don Fernando (Emilio Echevarría). Sus declaraciones bastan para explicar lo que pasó con suma claridad, recordando que este hombre fue enterrado con un gran número de secretos de la vida política del país. Su palabra es la verdad e inculpa al entonces presidente de preciosa calva.
De gran
nivel las actuaciones en la película, ninguna falla, pareciera ver a Luis Donaldo Colosio (Enoc Leaño) vivo y en persona. No es necesario destacar
pues nadie opaca a nadie. La dirección puso a los actores en el nivel en que
tenían que estar. Y detalle curioso y fuera de contexto: Odiseo Bichir se parece más a Fidel Castro que su hermano que lo interpretó en la películas del Ché.
Esa es mi
opinión, pero "haiga sido como haiga sido", la película está muy chida, es
bastante intensa y es un menester verla ya.
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