domingo, 28 de diciembre de 2008

Churros y Chocolate

Western vivo y otra jalada
Por Remus LePerito

Acabo de ver Sukiyaki Western Django
¡Qué mamada, cine mío!

Una ensalada con ingredientes de
sushi y spaghetti mal combinados y condimentados. La primera debilidad es de origen: Takashi Miike, respaldado por Quentin Tarantino, tomó una historia muy vista en la grande y mágica pantalla: la obra maestra Yojimbo de Kurosawa que posteriormente llevó al oeste Sergio Leone en A Fistful of Dollars (Por un puñado de dólares) y más tarde, Walter Hill pasándola a un ambiente gangsteril ya de una manera débil en Last Man Standing. Cuando has visto tantas veces la misma historia, y has repetido varias más cada versión, difícilmente te atrapa una nueva si carece de maestría.

Y es lo que le pasa a
Takashi Miike, director seguido por un sinnúmero de fans adolescentes, pero que no ofrece más que exageraciones y demostraciones técnicas, cual fuegos artificiales, sin profundizar en sus personajes y tramas. Alguien que ha dirigido alrededor de 80 películas, haciendo una tras otra y una tras otra, no puede entregar sus entrañas y su alma a cada una, sino más bien, apresurarse a terminarla para hacer la que sigue.


La historia se cuenta así: un vaquero llega a un pueblo dividido por dos bandas y él va de una a otra y al final pelea contra ambas. Aunque en este caso, le meten como de a
güevo, elementos de otras cintas entre las que destaca Django, aunque muy mal aprovechado. En el original, el vaquero Django camina arrastrando un ataúd el cual, en un momento de peligro, abre y extrae de él una ametralladora con la que fulmina a una multitud de malvados. En ésta, el vaquero no lleva el ataúd, sino una de las bandas, que lo va arrastrando con un carruaje en el que cabría perfectamente el arma y lo destapan en un momento innecesario. Se arruina así la sorpresa y se desgasta un buen elemento, así como se desaprovecha la estética del western no usando un ingrediente tan característico como el sombrero en ninguna de las pandillas, cosa que resultaría de gran impacto para la imagen, ver a dos grupos de forajidos aproximándose en la calle polvorienta portando sombreros.


Y sólo comentaré una debilidad más que me tiene inquieto: el personaje de la vieja de cuyo nombre no puedo acordarme, que aparte de ser la madre de un cuate que acribillaron y cuyo hijo y esposa subsisten, resulta un as en el manejo de la pistola, legendaria vaquera y que solita podría haber acabado con todos los malhechores sin necesidad de que llegase otro héroe al pueblo.

Lo que me jaló a verla hasta el final fue el manejo de la imagen, mérito de
Toyomichi Kurita, quien ha fotografiado cintas de Nagisha Oshima y Robert Altman, nada menos. Sus encuadres son en verdad magistrales y peculiares, dignos de un buen western, ojalá un día tenga la oportunidad de hacer uno de verdad.

La película ofrece una gama de colores muy atractiva, aunque muy variada y artificial, pues siendo las dos bandas roja y blanca, el tratamiento del color no se concentra en estos, sino que explota el amarillo y pasea por otras tonalidades como el verde y el azul.

El
western, uno de los géneros más antiguos del cine, va despertando y poco a poco aparecen nuevas propuestas; algunas de ellas geniales y nuevas, entre las que puedo mencionar la australiana The Proposition (La propuesta) y Seraphin Falls (Duelo de asesinos, ¡pinche título en español! nada que ver ni con el original ni con la historia).

En
The Proposition, el director John Hillcoat cuenta una historia ambientada en Australia en una época paralela al lejano oeste, aprovechando personajes y elementos de ese lugar, incluyendo a los aborígenes y sus creencias, que piensan que el villano se ha convertido en un perro.


Un miembro de una banda familiar,
Guy Pierce, es atrapado después de una poderosa balacera y, a cambio de la vida de su cobarde hermano menor, acepta ir tras su desquiciado hermano mayor, Danny Huston, para matarlo. El guión es genial, las actuaciones son geniales, la fotografía es genial… y es un western genial sin lugar a dudas, cuyos personajes matizan una atmósfera conradiana, especialmente, el villano, que siempre admirado y conmovido, observa el atardecer y hace comentarios profundos y poéticos.

Seraphin Falls de David Von Ancken es muy diferente. Siendo una historia de persecución, juega con elementos mágicos que le dan un sentido peculiar y profundo a la película.


Si bien, no es un "duelo de asesinos", es un duelo de actuaciones, pues tanto
Pierce Brosnan como Liam Neeson dan lo mejor de sí en cada momento no dejando caer a la historia ni un segundo ofreciéndonos un filme rotundo y convincente. El primero nos hace sentir un sufrimiento tan verdadero que pocas veces en el cine hemos visto. Las apariciones de un indio que cuida un pozo de agua en el desierto, y de una enigmática Angelica Huston que provee a los personajes principales de lo necesario para matarse, entregan una dimensión a la cinta que va más allá del género.

Afortunadamente, ninguna de estos filmes cae en la moda reciente del
western de poner a los vaqueros con sombreritos minúsculos que no los protegen del terrible y sofocante sol, como en la larga y aburrida The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, o 3:10 to Yuma, donde uno se preocupa más por el cáncer de piel que van a recibir los cowboys, que por la trama.

En resumen, hasta ese western de zombies que vi hace unos meses con el Muppet, Pau, Roycito y aquella perversa mujercita conocida como Lady Vengance titulado Undead or Alive es muy superior a esta jaladita japonesa de Miike, que tuvo en sus manos todos los recursos para hacer una película de vaqueros peculiar.

miércoles, 23 de julio de 2008

Churros y Chocolate

Batman vs Hellboy

Por Remus LePerito


¿Es posible un cine sin súper héroes?

O será que este verano me está sofocando y este insomnio me hace pensar en la cartelera de hoy.


Ya vi dos veces Batman The Dark Knight, que está muy padre pero que me hazo extrañar el tratamiento de imagen y estilo de Tim Burton. Esa ciudad Gótica, oscura, con personalidad y arquitectura propia. Con Nolan no es más que una Nueva York con otro nombre. Y de esos pensamientos que vienen a la cabeza me acordé de Alex Proyas, director de The Crow y Dark City y se me ocurrió que sería el ideal para crear esa atmósfera de poca luz que exige esta oscura serie. En The Dark Knight hay mucha luz, tanta, que a veces hace cerrar los ojos.

¿A quién más extrañé? A
Jack Nicholson maquillado del Joker, papel en el que no importaría su edad dada la plasta blanca que cubriría su rostro. Me pregunto si habrá sido considerado o si ya la cifra que cobró en la primera película asustó de antemano a los ejecutivos de Warner o si de plano fue aquella mamonería de que están haciendo "otra cosa" cual si se tratase en verdad de otra cosa: Batman es Batman, ¿o, no?

Disfruté mucho la interpretación desquiciada de Heath Ledger y me hizo echarlo más de menos imaginando la cantidad de grandes actuaciones que vendrían después de esto si no hubiese dado el click final a su vida. Su interpretación es la revelación de esta película, es el sazón del Guasón... Enfrentó al fantasma de Nicholson e hizo algo cabronamente convincente, destacando así del gran reparto que llena esta cinta y llevándolo por un lado totalmente diferente e inesperado.

Más allá del mito que se ha creado alrededor de esta película: "la maldición del caballero de la noche";
Heath Ledger se suicida, Christian Bale se madrea a su mamá y hermana sintiéndose Batman; me pongo a pensar en la manera en que Christopher Nolan los dirigió, ¿qué les habrá dicho para dejarlos tan trastornados? A juzgar por sus títulos anteriores como Memento o The Prestige, podríamos hacernos un mapa de la mente torcida de este director, que de alguna manera es lo que provoca su genialidad. Ya el accidente de Morgan Freeman es simple mala pata...

La película dura mucho; eso sí. Y por eso la vi dos veces, pues la primera comenzó a darme sueño y perdí algunos instantes. Pero esa sensación se volvió a presentar la segunda vez. Muy, muy larga para ser cine de entretenimiento. Así que antes de verla por tercera vez, me tomaré un espresso bien cargado. O dos.

A los pocos días, por fin me metí a ver Hellboy 2: The Golden Army, un filme visualmente impactante, con una fotografía estupenda, buenas actuaciones, una ambientación fenomenal, lujosos efectos especiales, tratamiento de color exquisito; pero que en sí, es una mierda (aunque de buena apariencia y olor).

El cuento es el mismo, muy repetido en tantas películas sin sorpresas o giros. Pero se disfruta por la imagen misma, por el estilo del cómic traducido al cine magistralmente. Del Toro es un chingón de la imagen, sin duda, mas no es el mismo dirigiendo en Europa (El laberinto del fauno) que en Hollywood. La diferencia y peculiaridad hacia otras cintas similares radica en lo grotesco de los héroes, por ello me resulta genial el slogan mexicano: "si estos son los buenos, cómo serán los malos". Pero el malo no está tan feo, es sólo un chavo caprichoso que a huevo quiere provocar la guerra, pero adivinen quién se lo impedirá...

Lo que de plano se ve bien chafa son los engranes que mueven lo que hace que aparezca el ejército dorado y que a leguas se ven animados y hasta me recuerdan a la presentación barata hecha por Pepsi de algún cine hace unos años, no sé si de Cinemark o Cinemex.

¡Otra cosa re-cool-aid es la chela que se toma Hellboy! ¿Te imaginas a un hombrezote o a un diablo cabrón tomando cerveza light? ¡Y hasta se empeda! Si Tecate patrocinaba, seguro combinaba más con el color de su piel la tradicional lata roja. Son tantas tomas y tan obvias que le quitan un poco de atmósfera a la película.

Ah, y un detalle más: la caracterización del Hellboycito. La forma del Hellboy bebé y la del Hellboy adulto ameritarían haber hecho una estilización similar para el chavo, no simplemente dejarle la cara y cuerpo de niño pintado de rojo. Un poquitito de esfuerzo e imaginación le hubiese dado un buen toque a esa secuencia.


Y un gran acierto: la publicidad que le echan al puro cubano con una gran escena en la que don diablo se encabrona porque se lo tiran al suelo: "¡era cubano!"

En resumen, lo que le falta a Batman en imagen, lo tiene Hellboy, y lo que le falta a Hellboy en guión, lo tiene Batman. Así que lo recomendable será ver ambas, si es posible, el mismo día, para llegar a casa con una sensación de plenitud.

lunes, 12 de mayo de 2008

La Silla del Director



El Imperio de los Sentidos
Por Carlos Manuel Cruz Meza


La celebración del erotismo como acontecimiento indisolublemente ligado a la muerte, Eros y Thanatos en perpetua danza, ha sido reflejado en incontables cintas, muchas fallidas y otras certeras. En el caso de El Imperio de los Sentidos, obra escrita y dirigida por Nagisa Oshima, ambos extremos se unen en un periplo decadente.

Perteneciente a la "nueva ola" del cine japonés que surgió a finales de los años cincuenta, paralelamente a las corrientes del Free Cinema británico y de la Nouvelle Vague francesa, Nagisa Oshima es una de las figuras más destacadas —junto con Shohei Imamura y Hiroshi Teshigahara— de dicho movimiento, caracterizado por la toma de conciencia con la situación de posguerra en que transcurrió la infancia de estos cineastas. Su adolescencia en una sociedad que padeció la humillación nacional les impulsó a luchar en pos de unos principios de autoafirmación y a asentar un espíritu de oposición a la sumisión que para Japón supuso la firma del armisticio. En consecuencia, el nuevo cine japonés quedó marcado por una voluntad de trasgresión que, en el caso de Oshima, cristalizó en su obsesión por el sexo y la violencia como medios de protesta. Como resultado de todo ese ideario cultural, Oshima rodó, en 1976, El imperio de los sentidos, polémica película que narra la destructiva historia de amor que se establece entre dos amantes. La búsqueda de un realismo sexual a través de secuencias explícitamente pornográficas provocó que la cinta fuese prohibida por la censura en algunos países incluido Japón, donde no pudo ser exhibida hasta el año 2001.

Ya la novelista Pauline Reage mostró, en la Historia de O, que el amor puede conducir a la esclavitud cuando el que ama se convierte, de manera voluntaria, en el objeto del ser amado, perdiendo en medio de una deliciosa languidez, de un insuperable abandono, la libertad de decidir. Pero, si en aquella polémica obra O se ofrenda a sí misma, en la película de Oshima los amantes malditos pierden vida y cordura.

La cinta transcurre en una atmósfera claustrofóbica que asfixia por completo al espectador. Filmada en su mayor parte en interiores, la relación de los amantes condenados se va enrareciendo a medida que la acción se desenvuelve. De la prohibición al castigo hay un pequeño paso. Célebre es la escena donde la mujer camina con el pene cercenado de su amado en la mano, extraviada, sosteniendo aquel recuerdo como el símbolo viril de una etapa que se está desmoronando.

Postulada por los Poetas Malditos como el fin último del amor, la muerte, la Bella Dama sin Piedad, posee en la cultura oriental un peso simbólico fortísimo, al igual que las circunstancias en los que esa misma muerte acontezca. Puede haber honor en ella o puede haber deshonra. Puede haber dolor o piedad, casi siempre el primero, casi nunca la segunda. Puede enfrentársele con valor o con cobardía y puede obedecer a causas que impliquen belleza u horror.

Son escasos los ejemplos de un cine erótico de calidad (El último tango en París, El amante, Portero de noche, Calígula), pero todavía lo son más en el terreno de la sexualidad explícita, dado que se trata de un género limitado de por sí a la presencia de temas, contenidos o argumentos abiertos a cualquier tipo de exploración intelectual. Esta obra maestra de Nagisa Oshima constituye prácticamente la única prueba fehaciente de las cualidades analíticas que esta clase de cine es capaz de ofrecer.

Partiendo de un nivel de lectura claramente freudiano, El Imperio de los Sentidos se apoya sobre los presupuestos de una pasión sexual narrada sin ningún tipo de inhibiciones con el fin de realizar un estudio sobre los impulsos amorosos. Los protagonistas, la sirvienta/prostituta Abe Sada (Eiko Matsuda) y su amo Kichi (Tatsuya Fuji), sobrepasan los límites de las relaciones sexuales ordinarias para adentrarse en una progresiva espiral de conocimiento carnal y en la fusión física de dos cuerpos que degenerará en una sumisión mutua y ajena a cualquier regla de orden moral.

Oshima relata todo ese crescendo pasional concediendo a cada nuevo acontecimiento en la vida sexual de la pareja una importancia radical que determina la anormalidad de sus relaciones, y que conducirá inevitablemente a la inmolación del personaje masculino. El recurso a una puesta en escena basada en largos planos de cámara fija ayuda a dotar a la película de una gran relevancia en los aspectos psicoanalíticos de modo que al espectador le resulte a la vez fascinante y angustioso penetrar en el universo erótico de Sada y Kichi.

La imagen inicial de una Sada hipersensible al contacto sexual se refleja en la exacerbación de su goce durante sus primeros escarceos con Kichi. Siendo él quien, en un principio, descubre la vertiente hedonista de la sexualidad a Sada, acaba convirtiéndose posteriormente en el objeto absoluto del deseo de la sirvienta. Celebran una ceremonia nupcial para fortalecer los vínculos de su mutua entrega, momento en que Kichi pasa a ser celosamente custodiado por Sada, quien le amenaza con amputarle el pene si le es infiel. Con este significativo paso, los lazos de unión entre ambos personajes se estrechan y Sada empieza a demostrar una total veneración hacia el miembro viril de Kichi, que está en permanente estado de erección. La devoción de Sada es enfermiza, pues ansía la completa posesión de los genitales de su hombre hasta el extremo de andar sujeta a éstos durante los paseos nocturnos de la pareja por las calles de Tokio y de considerar el pene como un órgano ideado para el placer casi exclusivo de la mujer. En medio de ese deseo sexual constante, el protagonista empieza a padecer la continua desconfianza de Sada a causa de los celos, muestra definitiva de la devoradora actitud de la protagonista hacia su pareja.

La exacerbación de la libido en el personaje de Sada ha dado lugar a escenas muy recordadas por su carácter atrozmente posesivo. Escenas cada vez son más recurrentes, tales como aquellas en las que Sada blande un cuchillo ante la mirada sumisa de Kichi, así como las amenazas de castración. De hecho, ella pone de manifiesto sus ganas de arrancarle el miembro para conservarlo perpetuamente dentro de su vagina.

El poderoso deseo sexual que domina a Sada potencia su capacidad para concebir fantasías eróticas que materializar en forma de juegos. A tal efecto se ha hecho especialmente famosa la secuencia en que opta por convertir el acto de comer en un acto sexual, obligando a Kichi a devorar un huevo duro que se ha introducido previamente en la vagina. De este modo, la pareja va en continua búsqueda de fantasías que satisfagan el apetito sexual de ambos.

El primer paso hacia el impulso destructivo se produce cuando los dos protagonistas introducen el castigo corporal como sistema de placer en sus relaciones. Una vez descubierta esta vertiente sadomasoquista, Kichi y Sada se entregan a ella como recurso final: la capacidad devoradora de Sada es tan grande y la sumisión de Kichi tan absoluta que el destino de estas relaciones queda prefigurado.

Experimentando la intensidad del orgasmo en función del volumen que adquiere el miembro viril de Kichi cuando Sada estrangula a su amante durante el coito, las fuerzas del protagonista se van debilitando. Finalmente, como última demostración de su abandono en manos de Sada, Kichi se deja amordazar alrededor de las muñecas mientras que ella le anuncia su intención de repetir la estrangulación.

Su definitiva obediencia ante los designios de Sada le cuesta la vida a Kichi, pero, no obstante, es una sumisión voluntariamente aceptada de la que no se arrepiente porque previamente ha ofrecido la totalidad de su persona. Del mismo modo, Sada no lamenta la muerte de Kichi ya que ha sido llevada a cabo en forma de entrega sexual. Valorando la secuencia en estos términos, no se puede afirmar de ninguna de las maneras que el espectador asista a la contemplación de un acto homicida, sino más bien a la de un auténtico acto de amor. Oshima concluye el filme con la insistentemente anunciada amputación de los genitales de Kichi. Sada los conservará como el gran objeto de adoración que para ella representan mientras que una voz en off se alza en mitad del plano final para anunciarnos que lo que hemos presenciado está inspirado en hechos reales.

Hay en El Imperio de los Sentidos una estética del horror que años después se retomaría, en una vertiente sangrienta, en otras cintas japonesas como Las flores de la carne y de la sangre o El Paraíso Prohibido de Utamaro. El propio Oshima rodaría un nuevo acercamiento a esta dupla de sangre y sexo en El Imperio de la Pasión, conformando una dualidad cinematográfica irrepetible.

Lo que Oshima nos quiere mostrar es que el amor nunca triunfa por sobre los obstáculos impuestos por la sociedad, y nos enseña que la sociedad y sus reglas con más grandes que los sentimientos y emociones individuales. El desafío amatorio se convierte en un deseo autoinmolatorio, en un afán martirológico para expiar, de manera dramática, el pecado de sucumbir ante la lujuria. La atracción por el otro es afrenta e insulto, pero también ofrece las delicias de la intimidad sensual.

Sin embargo, el castigo se cumple y el sentimiento amoroso pierde. La victoria es pírrica y carece de sentido, no tiene mayor encanto y aún se vuelve grotesca. Se termina por perder dignidad y aplomo, es insostenible y por ende vulnerable. A diferencia de amantes trágicos occidentales como Romeo y Julieta, los amantes de Oshima no logran con su sacrificio nada importante. Para la visión occidental, se trata de dos seres sin fortuna que han conseguido obtener lo que merecen: muerte y dolor, sin entender que han sido, uno para el otro, el complemento anhelado.

La descarga seminal y la hemorragia son metáforas del vaciamiento. Desde esa óptica, orgasmo y agonía son caras opuestas, pero complementarias, de una cercana emoción.

jueves, 14 de febrero de 2008

La Silla del Director

El bebé de Rosemary
Por Carlos Manuel Cruz Meza



Rosemary y Guy son una pareja de recién casados que se mudan a un apartamento en el centro de Nueva York. Aunque el edificio no guarda buena fama, el joven matrimonio pronto se adapta a su nuevo hogar, y conocen a una pareja de ancianos vecinos suyos. Pese a las objeciones de Rosemary, Guy pasa cada vez más tiempo con sus nuevos amigos. Los acontecimientos se suceden, y tras el aparente suicidio de una joven vecina, que se había hecho amiga de Rosemary antes de morir, la protagonista queda embarazada, lo que le supondrá enormes cuidados por parte de sus nuevos vecinos.

Basada en la novela de Ira Levin, el filme de Roman Polanski es uno de los clásicos del terror de la historia del cine, con todo merecimiento. La atmósfera es angustiosa durante toda la película, pese a que a ratos la historia se desarrolle con demasiada tranquilidad. Mia Farrow realiza aquí una de sus mejores interpretaciones, y el resto de protagonistas también está a la altura, transmitiendo fragilidad la primera, e inquietud el resto. Por sus claras alusiones al satanismo, la película estuvo prohibida durante años en varios países latinoamericanos, por considerar el clero que podía tener un "mensaje peligroso para los fieles".

El bebé de Rosemary (traducido a veces como La semilla del diablo), es parte de ese movimiento de películas sobre temas satanistas que durante los setenta y principios de los ochenta se hicieron tan famosas. Los ejemplos más acabados de este tipo de películas son, sin duda, El exorcista, La Profecía y El bebé de Rosemary, que forman la llamada “Trilogía del Diablo”.




Polanski, el director de esta cinta, siempre demostró fascinación por los temas oscuros; desde comedias de horror como La danza de los vampiros hasta El inquilino y Luna amarga. Las anécdotas macabras sobre El bebé de Rosemary no faltan como parte de una buena campaña mercadológica, aunque algunas resultan excesivas, en especial lo que se refiere a la supuesta maldición que pesa sobre ella.

El corolario de esta historia son las relaciones peligrosas. En 1968, el director de cine Roman Polanski filma una cinta que se convierte en un clásico del cine de horror y que, por una extraña y macabra serie de coincidencias, se conecta de varias maneras con el cuarteto de Liverpool. Se trata de El bebé de Rosemary, protagonizada por Mia Farrow, cuya hermana menor, Prudence Farrow, es compañera de los Beatles durante su retiro con el Maharishi y a quien John Lennon le compone la canción “Dear Prudence”, incluida en el Álbum Blanco. Por otra parte, la actriz Mia Farrow es una de las chicas a quien el Maharishi acosa sexualmente, por lo cual los Beatles se desencantan de él y po lo que John Lennon le escribe la canción “Sexy Sadie”, que inicialmente dice: “Maharishi, what have you done? / You made a fool of everyone”. Sin embargo, George Harrison lo convence de sustituir la palabra “Maharishi” por “Sexy Sadie”, lo cual permite que Charles Manson le cuelgue el tema a su novia Sadie Mae.

La película de Polanski es rodada en el Edificio Dakota, en el mismo departamento del mismo edificio neoyorkino donde, doce años después, John Lennon vivirá sus últimos días y a cuyas puertas será asesinado. Polanski incluye en el reparto de este filme a una joven actriz, cuyo nombre es Sharon Tate, quien más tarde será su esposa y a quien, impulsado e inspirado por el Álbum Blanco de los Beatles, el clan de Charles Manson asesinará salvajemente, sospechándose primero de Polanski como el autor de este crimen.

PD: No olviden visitar Escrito con Sangre... ¡El website de los asesinos!

sábado, 9 de febrero de 2008

Churros y Chocolate


Animación 3D: La Fábrica de la Felic
idad

P
or Remus LePerito


Ora sí que me quedé apantallado el domingo que fui al cine y vi por primera vez el corto de Coca Cola: La Fábrica de la Felicidad. Lo disfruté incluso más que la película que fui a ver, es una suerte que me haya tocado descubrirlo en esa mega pantalla. Total que al día siguiente fui de nuevo y le encontré más detalles sorprendentes… por supuesto, que esta vez me metí a otra película…

En Coca-Cola: Happiness Factory, realizado por el estudio neoyorquino Psyop, un obrerito refresquero vive toda una aventura en un mundo fantástico, arriesgándose para poder entregar un refresco frío al humano que lo espera afuera de la máquina, y aprendiendo el enorme poder de un eructo.

En un par de días y con varias vistas, esta peliculita se ha vuelto para mi una afirmación del gran momento que está viviendo el cine de animación hoy; ya estamos, de repente y sin darnos cuenta, en otra era: la era del 3D.



Se le dice al cine "la fábrica de sueñ
os", ese es su sobrenombre. Y la fábrica de los sueños y la felicidad es, por excelencia, la animación en 3D. Los límites dejaron de existir en el cine para hacer posible construir cualquier imagen concebida en el más recóndito rincón de la mente del creador: el personaje más estilizado, la atmósfera más fantástica, el ángulo más increíble, el movimiento de cámara más imposible. Estamos ante un suceso cinematográfico tan importante como el surgimiento del cine sonoro o el color.

En momentos históricos como éste, siempre hay gente incrédula que rechaza tales avances: cuando empezó el cine sonoro, se decía que las películas dejarían de ser universales, restringidas por el idioma; una película en inglés no podría verse en un país de habla hispana. Luego vino el doblaje. Cuando llegó el color, los críticos insistían en que no era estético, y sin embargo, hoy el color tiene más posibilidades expresivas de las que jamás tuvo el blanco y negro. Y, para no ir más lejos, en el inicio del cine, éste fue rechazado también y se argüía su fracaso. Mientras los detractores del 3D dicen que se hará obsoleto en breve, que pasará de moda, los grandes visionarios de la animación, que sin duda son los estudios Disney, han centrado todas sus estrategias al 3D desde sus propios estudios y a través de su filial Pixar dejando atrás al tradicional 2D. Ya hace trece años que Toy Story, el primer gran largometraje hecho totalmente en 3D, invadió las pantallas mundiales. Hace diez años que Antz contó la historia de una hormiga con problemas existenciales, hablando por ella la voz de Woody Allen, y dirigida hacia un público incluso adulto. Estamos hablando de más de una década de cine industrial hecho en 3D. Si empezó como moda, a estas alturas ya está muy bien establecida.

Boundin’ es mi corto favorito producido por Pixar; y es una de mis películas favoritas hechas en 3D. Y curiosamente, resulta ser ejemplar en el tema que estamos tratando. Bud Luckey es un viejo animador tradicional que llegó a trabajar a Pixar sin saber nada de computadoras. Diseñó varios personajes para los largos de esta compañía y aprendió las nuevas tecnologías, haciendo como resultado uno de los cortometrajes de animación más bellos jamás hecho. Luckey no despreció al 3D apoyándose en sus años de experiencia. El animador viejo se adaptó a nuestro tiempo y evolucionó su creatividad contándonos una fábula que habla justo de los saltos de la vida aceptando las circunstancias y del volver a empezar.


Boundin - The funniest bloopers are right here

Pero no todo es Disney ni Pixar. Ni los grandes estudios que prod
ucen las principales producciones en 3D como Dream Works, Blue Sky y otras. Se están haciendo muy buenas y variadas películas con esta tecnología, principalmente en países de Europa del este.


Millimages, la compañía francesa más grande de animación de Europa, compite en su mercado con películas en 3D con guiones inteligentes y una realización impecable. Una de sus películas más exitosas ha sido Piccolo, Saxo & Cie, hecha completamente en el estudio Dacodac de Rumania.

En el planeta de la música, la música ya no suena. Los instrumentos ya no se llevan bien y reina el caos: han desaparecido las claves de sol, fa y do. ¿Qué hacer? Piccolo, un instrumento de madera, y Saxo, uno de metal, se van al rescate de las claves, que las tiene capturadas un maligno ser que se empeña en construir el instrumento musical perfecto.

Piccolo, Saxo & Cie es una película muy diferente a las animaciones de Hollywood, que sorprende con su originalidad en la historia y su calidad exquisita en la factura, empleando colores y diseños poco comunes. Al salir de la película, los niños conocen todos los instrumentos que integran una orquesta. Pronto será estrenada en los Estados Unidos, y si algún distribuidor se pone listo, podría llegar a nuestros países.


Piccolo, Saxo et Cie - Vidéo clip 1 - Français - Starmedia PAN
"Piccolo et Saxo" raconte les aventures musicales de l'ingénu Piccolo et de l'intrépide Saxo ainsi que leur désir de rassembler les différentes familles d'instruments (cordes, cuivres, vents...) pour jouer dans le premier orchestre symphonique.


Este estudio rumano produce para Francia además varias series de televisión combinando técnicas del 3D con 2D, como Les Gnoufs, unos divertidos y curiosos exploradores de otro mundo que viven sus aventuras en la tierra aprendiendo cada vez una lección; o 3D con imagen real, como Minuscule, donde nos asomamos a detalle la vida traviesa de los insectos.







El otro día, platicando con Tomek Baginski, un genio polaco del 3D creador de Cathedral y Fallen Art, me contaba que mezclar estas dos técnicas de animación, 3D y 2D, abarata costos y reduce tiempos de producción, pero que el chiste consiste en integrar el 2D sin que sea notado. En su película Fallen Art, los fondos lejanos son hechos en 2D destacando objetos en 3D en los primeros planos que le dan toda la sensación de que todo está hecho en 3D. Esto se llega a ver muy bien, aunque limita de alguna manera los movimientos de cámara, pues el 2D sólo permite subir y bajar o ir de adelante hacia atrás. En 3D la cámara no tiene límites, puede volar.


Fallen Art es otra de mis películas preferidas hechas en 3D y fue la primera que me hizo ver el gran valor que de esta forma de hacer cine. A diferencia de las películas de Hollywood, donde las texturas son muy planas y los rostros muy limpios y perfectos, en esta película destaca el gran trabajo en el detalle de los rostros, como las puntas de la barba, o huecos en la cara, así como atmósferas de luz y polvo que le dan una dimensión totalmente distinta a que estamos acostumbrados a ver.



También el Anime japonés incursiona en el 3D. Una de estas producciones es Ex Machina, que sorpresivamente acaba de aparecer en DVD. Esta película, continuación de Appleseed, además de tener mucha acción y las mismas caritas características del anime, monitos con ojos grandes, tiene la peculiaridad de utilizar vestuarios diseñados por Prada. Así que no sólo es el diablo el que viste esta marca, ahora también personajes en 3D, ahorrándose así a las costureras…





Por nuestra zona, la Argentina está haciendo Plumíferos, las aventuras de un gorrión y una canaria. Esta es una película hecha a todo pulmón con el software libre Blender por el estudio Manos Digitales. Este tipo de producción sería lo más cercano a hacer una peli en casa, donde la mayor dificultad, según los realizadores, fue encontrar personal capacitado para manejar el software. Puedes descargarlo a tu computadora pero tienes que dedicarle varios meses y meses para aprenderle sus funciones y trucos.



Y Uruguay realiza su primera película en 3D: Ruperto al rescate, basada en la obra del escritor de novelas infantiles Roy Berocay y producido por el estudio Animalada de Montevideo. Ahora se encuentra en fase de pre-producción.

Y mientras estos países y muchos más dan un paso al futuro, los productores mexicanos de animación abordan de manera simple y tímida el cada vez más obsoleto 2D diciendo en sus declaraciones que prefieren apostarle al guión más que a la factura, argumento muchas veces escuchado que además de no ser exacto, es erróneo: una película, sea de animación o no, no debe jamás centrarse sólo en tener un buen guión, una buena historia. Se trata de un conjunto de logros: desde su estructura dramática, hasta su forma, su calidad en la construcción de la imagen. Una película bien escrita y pobremente realizada, no puede competir ante una película bien escrita y perfectamente realizada.

Hay grandes joyas hechas en 2D. Películas que han pasado a la historia del cine y que se recordarán siempre. Cientos de títulos que llenarían páginas y páginas y que son historia. Y, muy posiblemente, de vez en vez, se seguirán haciendo nuevas películas con esta técnica con nostalgia y amor. El 2D está condenado a volverse de culto y de menor acceso a las masas pues se ve ya imposibilitado a ofrecer lo que el 3D: un cine con sensación.


Y esto no para. Hay nuevas cosas que veremos. La nueva tecnología Disney Digital 3D, que ofrece películas animadas en 3D en tercera dimensión. Te pones tus gafas y casi, casi tocas los objetos como nunca antes. Chicken Little y The Nightmare Before Christmas ya están circulando. Espero en breve ver así Ratatoille, mi gran favorita. Aunque el Disney Digital 3D no es algo que vaya a competir con el 3D como lo conocemos, es simplemente un plus que no llega a todos los cines ni a todas las ciudades. Tim Burton ya anda haciendo dos películas para Disney así: Alicia en el país de las maravillas y Frankenweenie con las que haremos contacto por el 2010.