sábado, 31 de agosto de 2013

DUMONT/ LA REDENCIÓN DIFERIDA
 
Por: Juan José González Mejía/
 

Fuera de satán (Hors satan)/ Francia- 2011, de Bruno Dumont. En una entrevista el director Bruno Dumont dijo que “hay una alternativa posible a la religión”, y nada más justo para acotar su filme Fuera de satán donde el tema al parecer más caro del autor de La vida de Jesús/ 1997 y Hadewijch/ 2009, la espiritualidad sometida al vaivén de un realismo anti doctrinario, adquiere tonalidades de épica subjetiva contemplativa.


             

      Sin puntualizaciones estériles que estigmaticen los perfiles de los personajes, Dumont va directo al asunto: un hombre/ David Dewaele, que puede encarnar los polos de cualquier moral y ética religiosa, lo mismo admite una lectura de salvador que hace milagros o de demonio justificado ampliamente en el título del filme.


    Como si en una licuadora sicológica metiéramos el cine de Jodorowsky (en especial el Topo/ 1969), Terrence Malik (el de Mundos bajos/ 1973 y el Árbol de la vida/ 2010) y la parsimonia nihilista del Carlos Reygadas de Luz silenciosa/ 2007, Fuera de Satán se presenta como un ejercicio fílmico poético que exuda un agradecible cine pedante con extrapolaciones filosóficas que no bucean en el vacío; es decir, Dumont alista convincentemente su justiciero asesino y a su pequeña saltamontes entre punk y emo proto mística/ Alexandre Lematre, en un viaje más que existencialista de búsqueda cosmogónica: la sexualidad que se estira, estalla (cuando el hombre mata al padrastro de la chava) y se reprime (el hombre rechaza a la joven), el paisaje de la comunidad al norte de Francia, cerca del Canal de Mancha como edén con puertas abiertas a un infierno terrenal inquietante y una narración en línea recta hacia un camino que desemboca en una auto expiación anhelada.

   Dumont no requiere de la musicalidad coral para ejecutar su filme anti rapsódico, sino de los silencios de la naturaleza; el viento, la tierra, una taza de café o unos dedos tocando pan bastan para hacer insoportable una sinfonía maldita de acciones que transgreden conciencias más que ideologías. Aunque en sus declaraciones a la prensa (por eso siempre he sostenido que el director nunca debería hablar más de su filme una vez concluido) Dumont ha dicho que la religión sigue siendo un opio que debe ser erradicado, lo cierto es que debería ajustarse a lo que parece irrebatible: en la obra misma está la crítica.

  Si lo hierático sirve para explayar la ambigüedad de actos crueles (la mujer del guardia) o insólitos (la joven caminando sobre las aguas), ¿dónde queda la obtención de una posible culpa o redención? Estamos, entonces, ante una cinta libérrima de ataduras del pensamiento que pende de hilos de instintos, represiones y divagaciones atemporales suculentas para el cinéfilo atento…
 

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL HORROR DE LOS BALCANES

Por: Juan José González Mejía/



La guerra de los Balcanes en la década de los noventa ha tenido en el cineasta Emir Kusturica a un (in) voluntario cronista de sus desgracias. Así, en Había una vez un país (Underground/ 1993 y La vida es un milagro/ 2003, Kusturica plantea miradas extravagantes, desordenadas, vehementes, sí, pero próximas al conflicto que cimbró y causó la desintegración de Yugoslavia.


         Así, se suma a la visión digamos de los Balcanes a través del cine una cinta que tiene corrida comercial en nuestro país en DVD: Vértigo/ Francia- 2009, del debutante Abel Ferry, la cual aporta algo inquietante: el horror (al estilo del Corazón de las tinieblas, de Conrad) es una de las herencias inhumanas de la guerra (la historia de un grupo de chavos montañistas en Croacia que se topan con un sicópata que ha vivido desde pequeño en los Balcanes es muy original).
    Aunque llama la atención que sean dos mujeres cineastas las que hayan buceado por el fango de un tema abominable: la violación masiva de mujeres durante la guerra de los Balcanes. Así, Isabel Coixet dio su versión intimista y punzantemente sugerente en La vida secreta de las palabras/ 2005 y ahora Jasmila Zbanic plasma en Grbavica, la revelación de Sara/ 2005 la vida de una mujer que le oculta a su hija la verdad sobre su padre y su propio pasado.
       Esma/ Mirjana Karanovic tiene en Sara/ Luna Mijovic a su única hija y al amor de su vida.
        La vida en el barrio de Grbavica, en Sarajevo, no es del todo normal sin embargo sus habitantes intentan ponerle fin a sus recuerdos dolientes de guerra.
        Un viaje del colegio de Sara hará que empiece la tormenta para Esma. Sara requiere un certificado de defunción de su padre para comprobar que murió como “shahid”, especie de mártir de guerra y de este modo pagar menos por dicho viaje.
         La directora Jasmila Zbanic se pone, sin duda, al lado de sus personajes (al igual que el finlandés Aki Kaurisimaki) para darles un bienvenido abrazo a Esma y a Sara y mostrar al espectador las posibilidades humanas de su relato fílmico.
       El ambiente donde Sara convive le irá siendo ajeno sin la verdad revelada sobre su padre. Mientras Esma entenderá que tarde o temprano su pasado saldrá a flote.
   “Lo único que modifica el pasado es el arrepentimiento”, dijo Juan José Arreola a Jorge Luis Borges en una célebre entrevista entre ambos literatos, pero adjudicándole dicha frase a Oscar Wilde.
       En Grbavica, la revelación de Sara el pasado (terrible, inhumano) para miles de mujeres musulmanas no se intenta modificarlo sino revisitarlo para mostrar el trauma que convive con los hijos de las víctimas…
           


viernes, 28 de septiembre de 2012

Estreno


Escrito con Sangre

Un crimen atroz, 38 testigos, ninguna ayuda

 

 

por Giancarla de Quiroga


Escrito con sangre, (2011) película inspirada en un hecho real con guión de Carlos Manuel Cruz Meza, dirigida por Fabrizio Prada, ganó el Primer Premio en el Yellow Fever Independent Film Festival de Belfast (Irlanda del Norte) en septiembre de 2011.

La película presenta a Gabriel (Carlos Ortega), un periodista maduro, que con la colaboración de Nina (Mariana Peñalva), su ex amiga sentimental, fotógrafa periodística, intenta reconstruir el asesinato de una joven que fue apuñalada y violada, presumiblemente por un parroquiano del bar donde ella trabajaba.

Kitty (Cecilia Cósero), la víctima, una mujer triste y solitaria, acababa de terminar la relación con su novia, circunstancia que otorga al crimen y a las reacciones de varias personas -38 para ser precisos- una dimensión especial.

En la tarea de reconstrucción, Gabriel realiza una serie de entrevistas a estos testigos no necesariamente presenciales, -algunos podrían ser definidos de auditivos- que en mayor o menor medida se enteran del hecho criminal mientras estaba en proceso; unos escuchan los gritos aterradores de la víctima, otros vislumbran por la ventana el cuerpo de la mujer vejada, en tanto algunos lo ven de cerca y pasan de largo. La reacción criminal involucra a todos los testigos.

Entre los vecinos que oyeron gritar a la mujer y pedir auxilio, uno declara que no llamó a la policía porque no quería involucrarse en cosas que no le importaban. En cambio, otro llamó a la policía, pero aumentó el volumen de la música que estaba escuchando para que sofocara los gritos de la víctima. Otro vecino que estaba paseando a su perro, se preocupó más del perro que de la mujer y dejó que éste lamiera la sangre de la víctima. Una joven que estaba en el motel con su amigo –indeseable por cierto- disculpa la omisión diciendo que si hubiese denunciado el crimen, su madre se hubiese enterado de dónde y con quién se encontraba. Un loco se atribuye el crimen, pero evidentemente, no es el autor. Un entrevistado sostiene: “Todos somos monstruos” Finalmente, cuando Gabriel se entrevista con un sacerdote, éste declara : “los misterios del mal son insondables”.

 
La película, magistralmente dirigida por Fabrizio Prada, toca un conflicto ético: la omisión. Pero cabe la pregunta: ¿cuáles son los móviles de la omisión? Apatía, indiferencia, cobardía, falta de solidaridad humana, incapacidad de identificarse con el otro, en suma, falta de compasión, -en sentido etimológico: sufrir con -sentir lo que experimenta el otro, ponerse en su lugar.

Patricia, feminista amiga de Gabriel, afirma que “todos tienen algo oscuro” y aventura la hipótesis de que se trata de un “crimen de odio” y la reacción generalizada se debe a que Kity es mujer y es lesbiana.

¿Por qué nadie acudió en su ayuda? En la película se menciona que en Psicología esa apatía, esa indiferencia y falta de solidaridad se denomina “síndrome del espectador”, nadie reacciona porque en el fondo todos piensan que la víctima se lo merecía. Existe una negación del afecto y la incapacidad de identificarse con la víctima.

El mismo periodista, cuando da un paseo con su hija, se enfrenta con sus recuerdos, se trata de una alusión, pero el espectador atento puede captar el mensaje: tal vez Gabriel se pregunta si hubiese podido evitar el suicidio de su esposa. Quizá él también incurrió en una omisión que desencadenó el desenlace fatal. Ese episodio, apenas esbozado, simbólicamente nos haría concluir que todos, en alguna ocasión, no medimos las consecuencias que puede tener una omisión y esta podría ser la moraleja de la película.

Finalmente, se captura al asesino de Kity (Al Castillo), esposo intachable y padre ejemplar, y cuando se le pregunta por qué cometió el crimen, responde: “Sólo fue el deseo de matar a una mujer”. El hecho de que el informe declare que estaba mentalmente sano, suena poco convincente, sin embargo, es otra aberración, esta vez de la justicia. Nadie se libra, el sistema judicial también es monstruoso.

Escrito con sangre me recordó un cuento –cuyo autor no recuerdo- titulado El capanga. Describe la trágica travesía nocturna de un hombre amarrado a un tronco, lanzado a la deriva a un río caudaloso -¿justicia comunitaria tal vez?- que al aproximarse a un poblado espera con desesperación que alguien lo vea y lo socorra. Efectivamente, al amanecer dos hombres lo vislumbran, uno se compadece de él y se apresta a conducirlo a la orilla para auxiliarlo, pero el otro lo detiene diciendo; “Si está así, por algo será”.
Hobbes sostenía que el hombre es un ser movido por el deseo y por el temor, “el hombre es lobo para el hombre” y esta película muestra cuán acertado estaba. Todos están perneados de la “mala fe” sartreana. Pudieron elegir entre la denuncia y la ayuda solidaria, pero al no elegir -la omisión- ya estaban eligiendo el destino trágico de Kitty.


martes, 11 de septiembre de 2012

Churros y Chocolate

Colosio El Asesinato

 

Valiente y convincente aunque la fórmula Oliver-Stoniana no cuadró.

 

Por Remus LePerito


Por fin miramos la película de Colosio: El Asesinato ante varios intentos entre el cine y la piratería, dado el boicot del que fue sujeta esta cinta: en cines duró bien poquito, cuando tuvimos tiempo de ir ya la habían quitado, por lo que en cada viaje, en cada ciudad, recorrí varios puestos piratas. Un marchante, muy honesto, me dijo que no iba a salir sino hasta después de las elecciones, que los tenían (a los piratas) amenazados. Otro, menos leal, trató de enjaretarme una versión chafilla de antaño con la portada de la actual, donde al inicio salía un Salinas obviamente pelón en una llamada telefónica muy ingenua para ser el diablo que es... ni la vi completa.
 
Hace una semana volví con el pirata honesto y muy alegre me entregó la película que tanto había buscado, ni quiso cobrármela, imagino que sabe que el pilar de su empresa está en tratar bien a la crítica por muy crítica que esta sea.

 Me impactó mucho verla. Descubrir junto a los personajes la sangre fría de los perpetradores del crimen político y la manera cruel en que fueron “borrando sus huellas” acabando con cada uno de los involucrados. La mayor parte de los mexicanos tenemos una idea en común de lo que pasó, de quién fue el autor intelectual del crimen, es raro el que ofrece una posibilidad o tesis diferente. Así que vemos la película de Carlos Bolado queriendo sostener nuestras sospechas. El guión, muy bien escrito por Hugo Rodríguez y el mismo director, logran evidenciar lo que siempre creímos. No resulta inverosímil ser testigos del crimen que impactó y cambió la historia de México o, mejor dicho, que no permitió cambiarla. Y nos damos cuenta de que la bala que disparó contra sí mismo Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI a la presidencia de México, y por ende, en ese entonces, futuro presidente, fue la imprudencia de enfrentar y declarar con valentía a los grupos que tienen jodido a nuestro país desde ese momento, desde antes y aún hoy. Su imprudencia de asegurar un cambio lo enterró, le despojó de su candidatura a la mala. Fue su suicidio: aquella comida que tiene con los grupos del poder en la que se enfrenta al hermano del presidente, del mismo apellido que el innombrable.
 
 Lo mejor logrado de la película es, sin lugar a dudas, la reconstrucción del crimen en Lomas Taurinas. Carlos Bolado recrea en escena de manera muy convincente la manera en que Luis Donaldo Colosio fue ultimado. Demuestra que un solo disparador no sólo era insuficiente, sino imposible. Nos hace sentir estar presentes en el momento del disparo, entre la multitud caótica.

Fue mi mamá quien se dio cuenta del fallo de la trama: el asesino ordena crear un equipo secreto de investigación que tendrá más acceso que el oficial para descubrir lo que él mismo hizo. Cuando este equipo encuentra la verdad, es ultimado. Fue el afán de hacer la película al estilo de Oliver Stone la debilidad en que cayeron los realizadores, al querer llevarlo como un thriller hollywoodense de investigación con personajes ficticios, cuando podría ser mucho más fuerte siguiendo los hechos y la frialdad de los personajes históricos. Si el encanto de seguir la misma estructura de JFK les motivaba tanto, tendrían que haber sustentado de otra manera a sus personajes. El Estado Asesino no requería investigar la verdad que conocía y de la que era autor. Podrían haber creado, quizás, a algún periodista u otro tipo de figura que investigara por alguna convicción o compromiso distinto. Otro débil y desgastado detalle de fórmula sentimental: Verónica (Kate del Castillo), la mujer de Andrés (José María Yázpik), el investigador principal, resulta estar embarazada y lo descubre unos minutos antes de ser asesinada, elemento utilizado en varios thrillers gringos, onda Se7en. Cuando una verdadera historia es tan fuerte como la que se está contando, las sub-tramitas encajadas a los personajes ficticios salen sobrando.

 

La médula de la historia, la postura de la película, se da con la participación de Fernando Gutiérrez Barrios, a quien denominan como Don Fernando (Emilio Echevarría). Sus declaraciones bastan para explicar lo que pasó con suma claridad, recordando que este hombre fue enterrado con un gran número de secretos de la vida política del país. Su palabra es la verdad e inculpa al entonces presidente de preciosa calva.


De gran nivel las actuaciones en la película, ninguna falla, pareciera ver a Luis Donaldo Colosio (Enoc Leaño) vivo y en persona. No es necesario destacar pues nadie opaca a nadie. La dirección puso a los actores en el nivel en que tenían que estar. Y detalle curioso y fuera de contexto: Odiseo Bichir se parece más a Fidel Castro que su hermano que lo interpretó en la películas del Ché.
Esa es mi opinión, pero "haiga sido como haiga sido", la película está muy chida, es bastante intensa y es un menester verla ya.

sábado, 28 de mayo de 2011

Churros y Chocolate

Victorio” sin gloria y con mucha pena


Por Remus LePerito


¡Qué mala película!

Muy pocas veces me he sentido tan hundido por haber pagado un boleto de cine al costo de lo que se cobra hoy: un lujo que hay que saber seleccionar. Pero ninguna vez ha sido tan vergonzosa como esta: Victorio, una película de Alex Noppel y Armando Croda (aunque en la campaña sólo se acredita al primero) escrita por Elizabeth Figueroa y producida por el muy mal afamado cubano Joel Núñez, quien muy probablemente sea el responsable de la tan baja calidad de la cinta, más que los directores mismos, dada la reconocida prepotencia con la que trata al personal con el que trabaja imponiendo siempre su carente criterio y que esta, aunque ses una opera prima, se trata una película de encargo y no una historia surgida por una necesidad narrativa y/o creativa del realizador.

El argumento es interesante y bien estructurado: una historia de amor en tiempos y lugares caóticos: una premisa tan buena como el guión de True Romance de Tarantino donde una pareja huye, en este caso, de la Mara o pandilla a la que pertenecía Victorio y que no lo deja ir. Victorio se ha enamorado de Gabriela, una prostituta portadora del virus del Sida que se ha embarazado. Mas el tratamiento que se le da lo llena de los más bajos clichés que ni siquiera se asemeja a un video-home, sino más bien a una acartonada e ingenua telenovela que quiere dar un bonito mensaje "a la de a huevo", pero sin la creatividad necesaria. Los temas que toca, en una película mejor lograda, serían de gran importancia para el cine mexicano: el narcotráfico, la corrupción, la prostitución infantil, la marginación, la discriminación, las maras y el Sida.

Aunque el reparto resulta atractivo, teniendo a Luis Fernando Peña, Irán Castillo, Roberto Sosa, Carmen Salinas y otros, todos, casi todos, sobre-actúan, exagerando sus expresiones sin llegar a ser una caricatura, tal vez ese sea el motivo por el cual en el tráiler no muestran un solo diálogo. Digo casi todos pues quien hace un papel muy medido y entrañable es Roberto Sosa, quien una vez más muestra ese gran talento que durante los instantes que llena la pantalla, salpica beneplácito al dar vida a Lulú, adorable travesti que profundamente le aporta el lado humano a la historia. Resulta increíble ver a Irán Castillo actuar tan mal, cuando en Chiles Jalapeños, otra película del mismo productor pero con un guión más inteligente, se muestra tan fresca, divertida y espontánea, ¿a qué se deberá? Una actriz de tal capacidad y dedicación debería contar con buenos asesores para no cometer de nuevo esta clase de errores y seguir construyendo su carrera de manera sólida seleccionando bien sus proyectos como lo hacía antes, pues para la misma casa productora hizo una cinta aún peor titulada Secuestro de la que no vale la pena gastar líneas. Vemos como Victorio al pobre Luis Fernando Peña repitiéndose en el mismo personaje de tres o cuatro cintas, haciendo gala del acartonamiento al que lo han condenado.




La estética de la cinta es una repetición a lo que se ha venido viendo en el cine mexicano en los últimos años desde Amores Perros pasando por varias más, sin el mérito de ser original ni tener la suficiente calidad fotográfica, pues no explota los bien ambientados escenarios de Mariano Maya sino que los retrata con una imagen plana sin profundidad ni contrastes.



Ya hay varias películas que abordan a las maras que vale la pena ver en lugar de Victorio por la seriedad y compromiso con que son llevadas: La vida loca, documental de excelencia del fallecido Christian Poveda y Sin Nombre de Cary Jôji Fukunaga. Si bien, Victorio ganó un premio en un festival pequeño, no es una película que se coloque al nivel de las otras mencionadas ni las que han tocado los temas sociales del México actual, véase El infierno y Amar a morir.




Un lado cómico de la cinta resulta ser que haya recibido financiación del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad, cuando "calidad" es justamente de lo que carece. Una burla más al espectador y contribuyente mexicano que aguanta callado mientras los criterios de pocos rigen sus gustos.

Finalmente, y sin ganas de seguirme extendiendo, apunto que Victorio es una película que no vale la pena ver para nada en el cine, y ni siquiera vale los diez pesos de una copia pirata. Pero confirma para el productor el título del Rey Midas del Cine Iberoamericano: todo proyecto que cae en sus manos lo convierte en mierda. Para muestra el sitio de su compañía: DMM Films.


miércoles, 10 de junio de 2009

Estreno

La Isla de la Juventud

·      Nominado para la Diosa De Plata  como Mejor Documental.

·      Próximo estreno en circuitos culturales.

·      Próximamente en DVD.

 

… te sorprende con una amplia gama de magníficas historias sobre gente mayor y sus vidas, explicadas desde una óptica sólo posible cuando eres capaz de acercarte con el corazón hacia ellos. El trabajo de cámara merece la pena por sí mismo. ¡Hay mucha energía y originalidad en este trabajo!

T.S. Müller-European Documentary Network.  


La Isla de la Juventud ópera prima de la cineasta Ana Laura Calderón, tras haber sido seleccionado en Festivales de talla internacional como Morelia, Docsdf, DocsBarcelona, Trieste, Toulouse, Santiago Álvarez in Memoriam, donde recibió tres premios colaterales y en la pasada edición del Festival de Cine de Cancún Mejor Documental Mexicano,  ahora se encuentra nominado para Mejor Documental para la XXXIX entrega de las Diosas de Plata que otorga PECIME.


La Isla de la Juventud es un viaje íntimo y conmovedor que nos transporta a un enigmático rincón de Cuba. Mediante la memoria colectiva de sus mayores, explora los sueños y derrotas de sus habitantes y constituye un homenaje a su compromiso con la esperanza de un mejor futuro. Creo que la vejez es un tema sobre el cual se tiene que reflexionar. No nos damos cuenta que mañana también nosotros seremos viejos, quizá estaremos solos y olvidados… debemos reflexionar sobre nuestra actitud y respetar a la gente mayor", comenta la directora.

El próximo 19 de junio se estrenará en circuitos culturales, principalmente Cineteca y Cinemanía realizado por la distribuidora Macondo/Zafra, seguido de su lanzamiento en DVD.

El martes 7 de julio, Periodistas Cinematográficos de México, A.C. realizará la XXXIX entrega de premios Diosas de Plata, a lo más sobresaliente del cine nacional que se exhibió durante el año 2008. 

domingo, 28 de diciembre de 2008

Churros y Chocolate

Western vivo y otra jalada
Por Remus LePerito

Acabo de ver Sukiyaki Western Django
¡Qué mamada, cine mío!

Una ensalada con ingredientes de
sushi y spaghetti mal combinados y condimentados. La primera debilidad es de origen: Takashi Miike, respaldado por Quentin Tarantino, tomó una historia muy vista en la grande y mágica pantalla: la obra maestra Yojimbo de Kurosawa que posteriormente llevó al oeste Sergio Leone en A Fistful of Dollars (Por un puñado de dólares) y más tarde, Walter Hill pasándola a un ambiente gangsteril ya de una manera débil en Last Man Standing. Cuando has visto tantas veces la misma historia, y has repetido varias más cada versión, difícilmente te atrapa una nueva si carece de maestría.

Y es lo que le pasa a
Takashi Miike, director seguido por un sinnúmero de fans adolescentes, pero que no ofrece más que exageraciones y demostraciones técnicas, cual fuegos artificiales, sin profundizar en sus personajes y tramas. Alguien que ha dirigido alrededor de 80 películas, haciendo una tras otra y una tras otra, no puede entregar sus entrañas y su alma a cada una, sino más bien, apresurarse a terminarla para hacer la que sigue.


La historia se cuenta así: un vaquero llega a un pueblo dividido por dos bandas y él va de una a otra y al final pelea contra ambas. Aunque en este caso, le meten como de a
güevo, elementos de otras cintas entre las que destaca Django, aunque muy mal aprovechado. En el original, el vaquero Django camina arrastrando un ataúd el cual, en un momento de peligro, abre y extrae de él una ametralladora con la que fulmina a una multitud de malvados. En ésta, el vaquero no lleva el ataúd, sino una de las bandas, que lo va arrastrando con un carruaje en el que cabría perfectamente el arma y lo destapan en un momento innecesario. Se arruina así la sorpresa y se desgasta un buen elemento, así como se desaprovecha la estética del western no usando un ingrediente tan característico como el sombrero en ninguna de las pandillas, cosa que resultaría de gran impacto para la imagen, ver a dos grupos de forajidos aproximándose en la calle polvorienta portando sombreros.


Y sólo comentaré una debilidad más que me tiene inquieto: el personaje de la vieja de cuyo nombre no puedo acordarme, que aparte de ser la madre de un cuate que acribillaron y cuyo hijo y esposa subsisten, resulta un as en el manejo de la pistola, legendaria vaquera y que solita podría haber acabado con todos los malhechores sin necesidad de que llegase otro héroe al pueblo.

Lo que me jaló a verla hasta el final fue el manejo de la imagen, mérito de
Toyomichi Kurita, quien ha fotografiado cintas de Nagisha Oshima y Robert Altman, nada menos. Sus encuadres son en verdad magistrales y peculiares, dignos de un buen western, ojalá un día tenga la oportunidad de hacer uno de verdad.

La película ofrece una gama de colores muy atractiva, aunque muy variada y artificial, pues siendo las dos bandas roja y blanca, el tratamiento del color no se concentra en estos, sino que explota el amarillo y pasea por otras tonalidades como el verde y el azul.

El
western, uno de los géneros más antiguos del cine, va despertando y poco a poco aparecen nuevas propuestas; algunas de ellas geniales y nuevas, entre las que puedo mencionar la australiana The Proposition (La propuesta) y Seraphin Falls (Duelo de asesinos, ¡pinche título en español! nada que ver ni con el original ni con la historia).

En
The Proposition, el director John Hillcoat cuenta una historia ambientada en Australia en una época paralela al lejano oeste, aprovechando personajes y elementos de ese lugar, incluyendo a los aborígenes y sus creencias, que piensan que el villano se ha convertido en un perro.


Un miembro de una banda familiar,
Guy Pierce, es atrapado después de una poderosa balacera y, a cambio de la vida de su cobarde hermano menor, acepta ir tras su desquiciado hermano mayor, Danny Huston, para matarlo. El guión es genial, las actuaciones son geniales, la fotografía es genial… y es un western genial sin lugar a dudas, cuyos personajes matizan una atmósfera conradiana, especialmente, el villano, que siempre admirado y conmovido, observa el atardecer y hace comentarios profundos y poéticos.

Seraphin Falls de David Von Ancken es muy diferente. Siendo una historia de persecución, juega con elementos mágicos que le dan un sentido peculiar y profundo a la película.


Si bien, no es un "duelo de asesinos", es un duelo de actuaciones, pues tanto
Pierce Brosnan como Liam Neeson dan lo mejor de sí en cada momento no dejando caer a la historia ni un segundo ofreciéndonos un filme rotundo y convincente. El primero nos hace sentir un sufrimiento tan verdadero que pocas veces en el cine hemos visto. Las apariciones de un indio que cuida un pozo de agua en el desierto, y de una enigmática Angelica Huston que provee a los personajes principales de lo necesario para matarse, entregan una dimensión a la cinta que va más allá del género.

Afortunadamente, ninguna de estos filmes cae en la moda reciente del
western de poner a los vaqueros con sombreritos minúsculos que no los protegen del terrible y sofocante sol, como en la larga y aburrida The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, o 3:10 to Yuma, donde uno se preocupa más por el cáncer de piel que van a recibir los cowboys, que por la trama.

En resumen, hasta ese western de zombies que vi hace unos meses con el Muppet, Pau, Roycito y aquella perversa mujercita conocida como Lady Vengance titulado Undead or Alive es muy superior a esta jaladita japonesa de Miike, que tuvo en sus manos todos los recursos para hacer una película de vaqueros peculiar.

miércoles, 23 de julio de 2008

Churros y Chocolate

Batman vs Hellboy

Por Remus LePerito


¿Es posible un cine sin súper héroes?

O será que este verano me está sofocando y este insomnio me hace pensar en la cartelera de hoy.


Ya vi dos veces Batman The Dark Knight, que está muy padre pero que me hazo extrañar el tratamiento de imagen y estilo de Tim Burton. Esa ciudad Gótica, oscura, con personalidad y arquitectura propia. Con Nolan no es más que una Nueva York con otro nombre. Y de esos pensamientos que vienen a la cabeza me acordé de Alex Proyas, director de The Crow y Dark City y se me ocurrió que sería el ideal para crear esa atmósfera de poca luz que exige esta oscura serie. En The Dark Knight hay mucha luz, tanta, que a veces hace cerrar los ojos.

¿A quién más extrañé? A
Jack Nicholson maquillado del Joker, papel en el que no importaría su edad dada la plasta blanca que cubriría su rostro. Me pregunto si habrá sido considerado o si ya la cifra que cobró en la primera película asustó de antemano a los ejecutivos de Warner o si de plano fue aquella mamonería de que están haciendo "otra cosa" cual si se tratase en verdad de otra cosa: Batman es Batman, ¿o, no?

Disfruté mucho la interpretación desquiciada de Heath Ledger y me hizo echarlo más de menos imaginando la cantidad de grandes actuaciones que vendrían después de esto si no hubiese dado el click final a su vida. Su interpretación es la revelación de esta película, es el sazón del Guasón... Enfrentó al fantasma de Nicholson e hizo algo cabronamente convincente, destacando así del gran reparto que llena esta cinta y llevándolo por un lado totalmente diferente e inesperado.

Más allá del mito que se ha creado alrededor de esta película: "la maldición del caballero de la noche";
Heath Ledger se suicida, Christian Bale se madrea a su mamá y hermana sintiéndose Batman; me pongo a pensar en la manera en que Christopher Nolan los dirigió, ¿qué les habrá dicho para dejarlos tan trastornados? A juzgar por sus títulos anteriores como Memento o The Prestige, podríamos hacernos un mapa de la mente torcida de este director, que de alguna manera es lo que provoca su genialidad. Ya el accidente de Morgan Freeman es simple mala pata...

La película dura mucho; eso sí. Y por eso la vi dos veces, pues la primera comenzó a darme sueño y perdí algunos instantes. Pero esa sensación se volvió a presentar la segunda vez. Muy, muy larga para ser cine de entretenimiento. Así que antes de verla por tercera vez, me tomaré un espresso bien cargado. O dos.

A los pocos días, por fin me metí a ver Hellboy 2: The Golden Army, un filme visualmente impactante, con una fotografía estupenda, buenas actuaciones, una ambientación fenomenal, lujosos efectos especiales, tratamiento de color exquisito; pero que en sí, es una mierda (aunque de buena apariencia y olor).

El cuento es el mismo, muy repetido en tantas películas sin sorpresas o giros. Pero se disfruta por la imagen misma, por el estilo del cómic traducido al cine magistralmente. Del Toro es un chingón de la imagen, sin duda, mas no es el mismo dirigiendo en Europa (El laberinto del fauno) que en Hollywood. La diferencia y peculiaridad hacia otras cintas similares radica en lo grotesco de los héroes, por ello me resulta genial el slogan mexicano: "si estos son los buenos, cómo serán los malos". Pero el malo no está tan feo, es sólo un chavo caprichoso que a huevo quiere provocar la guerra, pero adivinen quién se lo impedirá...

Lo que de plano se ve bien chafa son los engranes que mueven lo que hace que aparezca el ejército dorado y que a leguas se ven animados y hasta me recuerdan a la presentación barata hecha por Pepsi de algún cine hace unos años, no sé si de Cinemark o Cinemex.

¡Otra cosa re-cool-aid es la chela que se toma Hellboy! ¿Te imaginas a un hombrezote o a un diablo cabrón tomando cerveza light? ¡Y hasta se empeda! Si Tecate patrocinaba, seguro combinaba más con el color de su piel la tradicional lata roja. Son tantas tomas y tan obvias que le quitan un poco de atmósfera a la película.

Ah, y un detalle más: la caracterización del Hellboycito. La forma del Hellboy bebé y la del Hellboy adulto ameritarían haber hecho una estilización similar para el chavo, no simplemente dejarle la cara y cuerpo de niño pintado de rojo. Un poquitito de esfuerzo e imaginación le hubiese dado un buen toque a esa secuencia.


Y un gran acierto: la publicidad que le echan al puro cubano con una gran escena en la que don diablo se encabrona porque se lo tiran al suelo: "¡era cubano!"

En resumen, lo que le falta a Batman en imagen, lo tiene Hellboy, y lo que le falta a Hellboy en guión, lo tiene Batman. Así que lo recomendable será ver ambas, si es posible, el mismo día, para llegar a casa con una sensación de plenitud.